En 1998, la Interpol estima que el 80% de los sitios de Internet con pornografía infantil vienen de Japón.3 4
En los últimos años la población general ha tenido un mayor acceso a la pornografía debido al crecimiento de Internet. Ayudado por el creciente número de noticias en los diarios sobre escándalos relacionados con el descubrimiento de redes de pornografía infantil y pederastia
en internet, se ha producido alarma en ciertos sectores de la población
y preocupación respecto a la seguridad y riesgos de los menores de edad
cuando navegan por internet. La tendencia de la sociedad es de adoptar
mayores restricciones, siendo la pornografía infantil y la pedofilia temas que generan reacciones tan viscerales que mucha gente se muestra dispuesta a sacrificar sus propias libertades civiles
en función de mayores controles que eviten la proliferación de material
y permitan la detección y desmantelamiento de sus redes.5
Las leyes varían bastante según el país donde uno se encuentre. Por
lo general la tendencia de endurecer las restricciones en países como Estados Unidos
ha llevado a que sea ilegal su posesión y distribución además de la
producción o facilitación de ésta, e incluso según algunas
interpretaciones, la mera visión de tales imágenes puede constituir un delito. Por el contrario, en los propios Estados Unidos se considera legal el poder fotografiar a menores desnudos si se cuenta con la autorización paterna.
A pesar de que comúnmente se cree que la pornografía infantil es producida por bandas del crimen organizado
que secuestran a niños y niñas para su producción, estos casos suelen
ser excepciones y poco frecuentes pero que alcanzan gran notoriedad y
espectacularidad en las publicaciones de noticias y tienen un alto
impacto en la población.
Entre finales de los años 1960 y principios de los 70, dentro del contexto de la revolución sexual, en países como Dinamarca y Holanda surgieron revistas impresas con pornografía infantil de distinto calibre amparadas en un vacío legal. Muchas de ellas mostraban desde desnudos hasta escenas de sexo explícito, todo bajo un aura de inocencia y naturalidad.
Hoy en día las imágenes explícitamente sexuales de menores de edad
están prohibidas prácticamente en todo el mundo y su producción se
restringe casi en su totalidad a producciones independientes o caseras
facilitadas en gran medida por la masificación de la fotografía y el
vídeo digital. Al contrario de lo que suele creerse comúnmente, estas
colecciones fabricadas en casa rara vez son objeto de transacciones
comerciales, siendo usualmente material de intercambio entre personas
que comparten un interés de carácter marcadamente erótico o sexual por
los niños o niñas. Internet ha generado innumerables formas de permitir
este intercambio, a través de grupos de noticias, foros o también con el
uso de aplicaciones P2P
(peer to peer). Hoy en día no se puede hablar de que exista una
producción comercial de pornografía infantil propiamente como tal. La
inmensa mayoría de los supuestos sitios de pago en internet que ofrecen
pornografía infantil son falsos. En muchos casos se trata de verdaderas estafas
en que una vez que se ha pagado la cuota de acceso, el sitio no existe.
También se ha sabido que organizaciones gubernamentales y policiales de
distintos países, como el FBI,
montan muchos de estos sitios falsos como una forma de atrapar incautos
que utilicen sus tarjetas de crédito y de esta manera identificar
sospechosos a quienes puedan apresar o investigar.
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